En Viena se fragua una nueva alianza militar para blindar
las fronteras el sudeste del continente frente a Oriente Medio y África.
Los medios europeos
están cuajados de artículos moralizadores y declaraciones airadas en contra del
«muro de Trump», como llaman sus adversarios a los planes del nuevo presidente
norteamericano de cerrar a lo largo de toda la frontera con México el sistema
de vallado que se comenzó a construir bajo la presidencia de Bill Clinton. Pero
entre tantos lamentos por el muro de Estados Unidos, poco se ha publicado de
una conferencia ministerial celebrada hace unos días en Viena en la que se ha
decidido militar las fronteras de los Balcanes y completar muchas de las vallas
que se vienen construyendo desde que comenzara Hungría a hacerlo.
Apenas se ha reparado en
que el miércoles se daban cita la capital austriaca, sin clandestinidad, con
publicidad pero sin excesiva alharaca, los ministros de Defensa y del Interior
de una docena de países de Europa central y suroriental, miembros y no miembros
de la Unión Europea. En esta conferencia ministerial se anunciaba el urgente
establecimiento de «nuevas medidas para garantizar la seguridad y el control de
las fronteras y combatir la inmigración ilegal», «en una estrecha coordinación
militar y policial» entre los países implicados con un permanente enlace entre
los Estados Mayores de los países de la región.
Ya sin eufemismos, en la presentación de los acuerdos por el
ministro de Defensa de Austria, Hans Peter Doskozil, quedó claro que se trata
del embrión de una nueva alianza militar para el blindaje de todas las
fronteras a lo largo de las diversas variaciones de la Ruta de los Balcanes
entre Turquía y el Mediterráneo y el corazón de Europa, la meta apetecida de
los inmigrantes ilegales que es la oferta estrella de los traficantes, Alemania
y Suecia. Esta alianza militar que se fragua entre miembros de la UE y de la
OTAN pero al margen de ellas y con países que no son miembros ni de una ni de
la otra como Serbia, busca «cerrar definitivamente la ruta de los Balcanes a la
inmigración ilegal y las actividades criminales de los traficantes». Austria ya
ha anunciado que cambiará sus leyes para permitir a sus soldados intervenir en
otros países, no solo en acciones humanitarias sino también en la protección de
fronteras.
El Gobierno de Berlín no
participó en la reunión de Viena. Y pudiera ser que le haya gustado esta
iniciativa balcánico-mitteleuropea tan poco como a Bruselas. Desde la Comisión,
el vicepresidente Frans Timmermans criticó que «ciertos países» consideren que
el problema se puede resolver exclusivamente con medidas de control fronterizo.
Y lamentó la escasa disposición de general a recibir refugiados. Participaron
en el encuentro de Viena ministros de Defensa e Interior de Bulgaria, Croacia,
Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa, Hungría, Grecia,
Austria, Albania, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro y Serbia.
El objetivo declarado de
esta alianza militar y policial es la defensa de los países del sudeste europeo
ante la amenaza de la inmigración masiva desde Oriente Medio y el Mediterráneo.
Antes de abril habrá sido establecido el mecanismo de coordinación entre los
estados mayores de los ejércitos de los países implicados. En los próximos
meses se hará una evaluación urgente de las necesidades en las diversas
fronteras susceptibles de ser utilizadas por los traficantes o los movimientos
incontrolados de posibles flujos futuros. Se incluye la ampliación de
construcción de vallados allá donde sean necesarios y aún no hayan sido
construidos.
En el verano de 2015, en
plena crisis de refugiados, el Gobierno húngaro de Viktor Orban comenzó con la
construcción de las vallas en sus fronteras meridionales, medida unánimemente
atacada por otros gobiernos europeos y los medios de comunicación. Llegaron a
tachar de «fascista» y violador masivo de los derechos humanos al gobierno de
Budapest. Lo cierto es que hoy tanto Croacia, Bulgaria, Eslovenia, Macedonia y
Austria cuentan ya con vallas similares en diversas fronteras. Y se prepara la
construcción de numerosos tramos, también en la frontera de Austria con Italia.
Repatriación
Los países participantes
en la cumbre de Viena se felicitaron de que, tras el caos de 2015, se lograra
finalmente «restablecer la ley» y «la vigencia del Estado de Derecho» en los
países afectados por aquella masiva e incontrolada violación de su soberanía y
control de su territorio. Pero quedó en evidencia en la reunión que todos
cuentan con un nuevo empeoramiento de la situación por una u otra causa y
quieren tener las fronteras todas las medidas amenaza es para los participantes
una realidad aguda a pesar de los acuerdos existentes entre la UE y Turquía.
En Austria alarma también la evolución de la situación en
Italia. La práctica ahora habitual de los numerosos barcos de salvamento de los
países europeos de llevar a los rescatados a territorio italiano se ha
convertido en la mejor publicidad para los traficantes. Los traficantes han
logrado que los barcos de las marinas europeas y las ONG hagan sus trabajo. Por
eso en Viena también se demandó una cumbre sobre la repatriación que encuentra
inmensas dificultades tanto por la falta de documentación de muchos como por la
negativa de muchos países de origen de recibir a los deportados.