lunes, 6 de marzo de 2017

Miles de niños refugiados y migrantes arriesgan su vida en el norte de África para llegar a Europa.


Pati tiene solo 16 años y ya ha emprendido uno de los viajes más peligrosos del mundo.
Salió de Nigeria en busca de una vida mejor. Su objetivo, como el de miles de niños refugiados y migrantes, era llegar a Libia, desde donde poder cruzar el mar Mediterráneo y llegar a Europa. Para ello, tuvo que cruzar el desierto en una travesía que duró 2 semanas. Durante el camino pasó 1 y hasta 2 días sin beber agua.

A pesar de la dureza de la travesía, Pati consiguió llegar a Trípoli y subirse a una de las lanchas que las mafias utilizan para transportar migrantes hasta Europa. Pero la embarcación volcó y la policía libia detuvo a todas las personas que iban a bordo y las llevó a uno de los centros de detención para migrantes que existen en el país.
Las condiciones de estos centros, en los que se hacinan cientos de personas, son pésimas. En cada celda llegan a dormir hasta 10 personas encima de mantas tiradas en el suelo y la insalubridad se respira en el ambiente. “No hay electricidad, ni medicinas, ni baños, ni agua, ni comida para todos. Nos estamos enfermando y no hay ningún doctor que nos ayude”, nos cuenta Pati.

Abusos y explotación para los niños refugiados

A lo largo de la ruta desde el norte de África hasta Italia, los niños refugiados y migrantes sufren violencia sexual, explotación, abusos y detención de forma sistemática. Así lo demuestra nuestro último informe sobre las condiciones de vida de los niños en la ruta migratoria del Mediterráneo central.
Tres cuartas partes de los niños refugiados y migrantes entrevistados en nuestra encuesta dijeron que habían sufrido violencia, hostigamiento o agresión a manos de adultos en algún momento del trayecto. Además, casi la mitad de las mujeres y niños entrevistados denunciaron haber sido víctimas de abuso sexual durante la ruta, una o varias veces.
En el momento de la encuesta había 256.000 migrantes registrados en Libia, entre ellos 30.803 mujeres y 23.102 niños, de los cuales una tercera parte no estaban acompañados por ningún familiar. Se cree que las cifras reales, sin embargo, son al menos tres veces más elevadas.
Además de estos horrores, cuando consiguen subirse a las embarcaciones para llegar a Europa, muchos se ven atrapados en una trampa mortal. El año pasado, al menos 4.579 personas murieron intentando cruzar el Mediterráneo desde Libia, o 1 de cada 40 de los que lo intentaron. Se calcula que al menos 700 de los que perdieron la vida eran niños.